La dramatica historia de Facundo Mazzei, el soñador de Nina Pelozo
Amanda, la mamá del participante, cuenta su verdad: una historia de abandono, alcohol y maltratos.
Tiene una historia de vida conmovedora, de lucha, desilusiones y llanto. De esas que no vislumbran un final muy feliz pero que tienen excepciones. Facundo Mazzei, el soñador de Nina Pelozo en “Bailando por un sueño” es una de ellas y Amanda, su mamá, empieza a devanar el ovillo: “Después de todo lo que vivió pudo haber salido cualquier cosa pero por suerte siempre fue muy maduro. Es un chico sano que ni siquiera toma alcohol. Es mi orgullo”.Mientras da comienzo a la ronda de mate en su casa de la localidad bonaerense de Bernal, y muestra fotos del hijo que cumplió el sueño familiar, repasa su historia. “Facu nació con la música en la sangre. Marcelo, su papá me daba clases de baile y así nos conocimos. En casa se escuchaba música todo el tiempo y teníamos un ballet de folclore, así que era imposible que a él no le tirara esto. Fue un bebé muy deseado, iba con nosotros por todos lados pero no siempre éramos tan felices”, cuenta.
Cuando Facundo era aún muy pequeño sus padres se separaron, pero no fue de común acuerdo ni mucho menos: “Marcelo tenía una familia paralela. Yo no me daba cuenta hasta que me avivaron y no pudo ocultarlo más. Fueron épocas muy tristes porque él es Policía de la Federal y es un hombre muy violento así que nos mandaba a seguir, nos controlaban todo el tiempo y a mí me daba miedo por mi hijo. Al principio él iba a ver al padre pero después no quiso ir más”.
El momento cumbre -según los dichos de la familia- fue cuando a los once años, el chico fue a pasar un fin de semana a la casa de su padre. Él, en un estado de alcohol avanzado, lo llamó a su habitación y Facundo se encontró con lo peor: Marcelo se apuntaba la cabeza con un arma y le pedía por favor que lo ayudara o se mataba. Antes de eso, juntos habían ido a veranear a Mar del Plata con Dolores, la abuela paterna, y el padre se volvió a los tres días de llegar por un presunto procedimiento. Años después se enterarían de que en realidad, se fue a Mar del Tuyú a disfrutar con su otra familia.
“Facu se enteró de que su padre tenía otros hijos -Nahuel (10), Ailén (8) y Nazareno (6)- porque un día se cruzaron a una mujer en un shopping que le preguntaba por el hijo recién nacido. Pobre, fue una gran desilusión”, relata con lágrimas en los ojos.
Hoy la realidad es otra. Mazzei se reconcilió con su padre y se lleva muy bien con Mónica, su actual mujer y sus hermanos, a los que le costó mucho aceptar. La que nunca lo abandonó e hizo de todo para sacar adelante la familia fue Amanda. “Cuando el padre se fue se llevó todo y jamás nos pasó un centavo. Yo limpiaba casas para mantenerlo, vendía mi ropa, cuidaba ancianos pero no nos alcanzaba así que lo mandaba a un comedor de la zona, por eso su sueño es colaborar para que se reabra este comedor -La copa de leche-, porque sabe lo importante que son”, relata.
Pero como si la mochila no estuviera lo suficientemente cargada, Facundo además sufrió discriminación en la escuela. “Lo miraban mal porque en vez de jugar a la lucha con sus compañeros en el recreo, se ponía a bailar clásico. Si hasta me han llamado del colegio para informarme que era un chico raro. Por eso esta oportunidad es una revancha para los dos, espero que llegue lejos, pero para mi ya es el orgasmo más grande de mi vida verlo bailar en la tele”, dice mientras nos hace escuchar una canción que le grabó “el nene” en el celular.
Revista Semanario